El rey Midas era un hombre muy avaricioso, que les gustaba más el oro que su propia hija. Un día se encontró con un genio y le concedió un deseo. El rey pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Al día siguiente se despertó y todo lo que tocaba se transformaba en oro, incluso la comida. Más tarde el rey abrazó a su hija sin darse cuenta y ella se convirtió en oro. El rey se puso muy triste y le pidió al genio que deshiciera el deseo. Su hija volvió a ser de carne y hueso y fueron muy felices.
Esperamos que os haya gustado este cuento.